Jlfg – pág. 404
La dependencia de
cualquier género es debilidad e innecesaria. El discurso sano y honesto consistirá
en fomentar siempre la libertad y la autonomía de sí mismo y de las demás personas…
esto se vuelve casi imposible dado los paradigmas que se han creado para fines bien
determinados.
Siempre hacer lo
correcto no es lo más fácil; por eso, muchos prefieren ignorar que es lo
correcto para no verse cobardes frente al desafío. Sin embargo solo quienes
recorran aquel camino podrán mirar a los ojos a sus hijos y a su generación.
El mentiroso cada
vez que se ve que va a ser descubierto, inventa otra mentira… y así, su actuar
se convierte en una maquinaria de inventar subterfugios que no se los creen ni ellos mismos. La práctica de la
mentira solo tiene comienzo, pero no conoce final.
Todo conocimiento
es relativo en cantidad y calidad. No poseemos la capacidad de acceder a lo
absoluto e inmutable. Pero muchas veces, apelando a mil excusas pretendemos
conocer e imponer las propias verdades a los otros; lo cual es inviable,
inadmisible y perjudicial para todos.
El arte de
distinguirse sin pasar a llevar a los demás es un arte de pocos, porque la mayoría
asocia su destacarse con opacar a los demás. Entonces, ¿de qué sirve contar con
distinguidos que no incluyen a nadie (que no son solidarios). Y la solidaridad
no consiste en dar sino en recibir al otro.
El compasivo no
teme; el intransigente le teme a todo.
Porque el que hace de la imposición su afán, asocia la fuerza y la
violencia sus dos brazos; y se autoconvence que todos son sus adversarios y que
tiene que convertirlos en victimas… Pobre destino del que no aprende a
transigir.
¿Cómo se pretende
pensar si no se lee? Y ¿Cómo se pretende leer sin comprender? Esto que en algún
tiempo fuera absurdo hoy ha pasado a ser casi lo normal. Por eso, quijotes son
soy quienes leen y comprenden.
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