viernes, 9 de diciembre de 2016

Jlfg – pág. 404
    La dependencia de cualquier género es debilidad e innecesaria. El discurso sano y honesto consistirá en fomentar siempre la libertad y la autonomía de sí mismo y de las demás personas… esto se vuelve casi imposible dado los paradigmas que se han creado para fines bien determinados.

    Siempre hacer lo correcto no es lo más fácil; por eso, muchos prefieren ignorar que es lo correcto para no verse cobardes frente al desafío. Sin embargo solo quienes recorran aquel camino podrán mirar a los ojos a sus hijos y a su generación.

    El mentiroso cada vez que se ve que va a ser descubierto, inventa otra mentira… y así, su actuar se convierte en una maquinaria de inventar subterfugios que no se  los creen ni ellos mismos. La práctica de la mentira solo tiene comienzo, pero no conoce final.

    Todo conocimiento es relativo en cantidad y calidad. No poseemos la capacidad de acceder a lo absoluto e inmutable. Pero muchas veces, apelando a mil excusas pretendemos conocer e imponer las propias verdades a los otros; lo cual es inviable, inadmisible y perjudicial para todos.

    El arte de distinguirse sin pasar a llevar a los demás es un arte de pocos, porque la mayoría asocia su destacarse con opacar a los demás. Entonces, ¿de qué sirve contar con distinguidos que no incluyen a nadie (que no son solidarios). Y la solidaridad no consiste en dar sino en recibir al otro.

    El compasivo no teme; el intransigente le teme a todo.  Porque el que hace de la imposición su afán, asocia la fuerza y la violencia sus dos brazos; y se autoconvence que todos son sus adversarios y que tiene que convertirlos en victimas… Pobre destino del que no aprende a transigir.


    ¿Cómo se pretende pensar si no se lee? Y ¿Cómo se pretende leer sin comprender? Esto que en algún tiempo fuera absurdo hoy ha pasado a ser casi lo normal. Por eso, quijotes son soy quienes leen y comprenden. 

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