Jlfg – pág. 407
Lo peor que le
puede ocurrir a un País es elegir a presidentes a empresarios…., porque el País
no es una empresa, es un Estado; por lo
tanto, requiere de estadistas: personas que no sean esclavas del dinero ni
crean que en la vida están para hacerse más y más millonarios. La principal
riqueza de un País es su gente, no son sus recursos. Y desarrollo no es
crecimiento de PIB ni per cápita sino
desarrollo de su cultura y de su humanidad. No darse cuenta de esto (tan básico)
es permanecer en la senda de la mayor locura de la historia.
A la Democracia le arrebatan su esencia cuando no forma ciudadanos para que
piensen como tal, sino que otro sistema extraño a la política se apodera de ella, y anula al ciudadano a cambio del cliente; y
para peor, consumista. Resultado: a cargos públicos llegan “rostros” de la farándula
y personeros del Mercado; es decir, su garantía es la fama y el dinero. ¿Sirve
esto para cuidar y construir la ciudad para los ciudadanos y no para los negocios
de las inmobiliarias?
El dinero hecho a costa de los seres vivos
es un dinero maldito; es decir, que no trae bendición para nadie sino solamente
muerte. Esto explica porque los valores
se han arrojado al canasto de la basura y en su lugar se han levantado
edificios de antivalores, como: lo que importa es el éxito…, y no importa cómo;
y entre más rápido, mejor.
El
sistema más exitoso para la construcción de cárceles y crear esclavos ha
llegado a ser el Mercado (incluso en
contra del pensamiento de quienes lo idearon como sistema). Su sofisticación es
tal que toda su perversión la reviste y vende como el mejor invento de la
historia… incluso ensenando en las Universidades que el ser humano es egoísta por
naturaleza, por lo tanto, tiene el sistema de mercado para entrar a su propia cárcel
y perder su libertad.
El problema no es que falte sino
que sobra: hay mucho dinero, hay muchos objetos, hay muchas religiones, hay
muchos partidos, hay muchos ejércitos y armas, hay mucha corrupción, hay mucho
negocio de la educación, hay mucha contaminación… entonces ¿Qué hacer? Por
menos, no continuar en la misma dirección.
Hay
muchas enfermedades que se podrían evitar solamente tomando agua…, pero agua
natural, no tratada ni adulterada con colores y sabores. Sin embargo, la enajenación
es tal que ya no conoce límites, y se afirma: “vendemos veneno pero a nadie se
le obliga a comprarlos y consumirlos”.
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