jueves, 8 de diciembre de 2016


Jlfg – pág. 402

     Los Estadistas ponen a cargo de los Ministerios no a sus amigos ni malacatosos, sino a ciudadanos con experiencia, hábiles y sabios para trabajar por el País y no  para el gremio ni para sí mismos.



    Quien no trabaja no conoce lo que hace agradable la vida. El trabajo permite que la persona ponga en acto todo su potencial para resolver problemas y alcanzar logros. Ambos alimentan la autoestima de la persona y su bienestar.



      La antigua sentencia que el ocio es el padre de los vicios, hoy día se ve acrecentado por los múltiples medios  que mal usados atrofian la actividad de nuestro cerebro. Si no pensamos nos disminuimos.



    Aparentar no cuesta nada, solo contar con un poco de falta de vergüenza…, pero la coherencia y autenticidad son irreemplazables para la construcción de la verdad en sí mismos y en la comunicación con los otros.



    Si aprendiéramos a recibir… todo cambiaria. Pero no nos han ensenado ese arte   sino el opuesto.  Por eso, se piensa que si damos nos quedamos con menos; cuando es todo lo contrario: entre más damos, mas recibimos.



     La vida es mágica; solo que hay una permanente lucha  por no creer…, entonces puede llegar a reinar la creencia que nada es gratis, que todo se hace por interés. O sea, así, cerramos las puertas a ser humanos, y nos convertimos en cajas de cambio.



    No basta comprender; muchos comprenden pero no practican. Entonces, es tiempo perdido y nada se gana con que el cerebro sepa las cosas si no se actúa en consecuencia.  



    El desorden externo es reflejo del desorden interno; por eso, aunque la apariencia indique otra cosa… sin orden interno es imposible que pueda existir un campo exterior diferente al actual.

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