domingo, 31 de julio de 2011

NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS DESAFIOS
El tiempo que vivimos puede ser maravilloso,
pero en el camino hay OBSTACULOS que a veces parecieran insalvables...
mas podemos alimentar LA ESPERANZA,
que es posible que unos y otros se encuentren en su familia,
se conozcan y se acepten,
para amarse y ayudarse mutuamente en su propio desarrollo humano.


EN ESTA HORA CADA UNO DEBE PONER SU GRANITO DE ARENA
PARA CONSTRUIR UN MUNDO NUEVO: MAS HUMANO, MAS SOLIDARIO, MAS INTEGRADO, MAS FELIZ...

Mi contribución es ser un facilitador para estos fines:

Contacto: oracionydialogo@gmail.com


¡SIN COMUNICACION, NO EXISTIMOS!
Podemos tener muchas cosas…, pero si no cultivamos una comunicación transparente, que ofrezca confianza, y sirva de canal para entregar al otro energía, fuerza y motivación, seriamos como canales obstruidos que no dejan entregar ni recibir al Otro.
Hay quienes se RESIGNAN a este estado perverso de vida, y se encierran en sí mismos y en un mundo de cosas; pero así están perdiéndose ¡la EXPERIENCIA DE VIVIR!
Cada uno tiene su propia personalidad y su propia experiencia, pero nadie está DETERMINADO. No existe el “yo soy así”. Todos somos seres en CONSTRUCCION, estamos haciéndonos todos los días…. De ahí la importancia de descubrir los verdaderos caminos para vivirlos: que tienen que ver con la COMUNION de quienes son familia.

Vista previa

jueves, 28 de julio de 2011

LA VIDA ESPIRITUAL
Por: jlflores-gomez  /  facilitador  /    5 de julio de 2011.

1.     La vida espiritual es dialogo.
La esencia de la vida espiritual es el dialogo. O sea, la antítesis de ella es el monologo. Me llamo Daniel y participo en el grupo de análisis de María y Gabriel; y si bien esto es nuevo para mí, ya porque no estaba acostumbrado ni tenía la experticia para hacer análisis, y también porque poco me importaban estos temas. Sin embargo, ahora me doy cuenta que estaba muy equivocado al encerrarme en mi mismo, en una soledad desértica carente de ideas e ideales.

            Hoy rescato lo importante que es contar con una visión en la vida. Porque es fundamental cuidar y administrar bien todos los recursos –que son todos escasos-, y uno de ellos es el tiempo, nuestro tiempo de vida. Aquí partían mis grandes errores: el desperdicio de mi tiempo en una cotidianidad sin imaginación, sin iniciativas, sin emprendimientos.

            De la palabra “espiritualidad” me reía porque equivocadamente no solo yo, sino también los mercados de ese producto perdieron el norte y pasaron a ofrecer algo así como la comida chatarra. La obesidad que esto produce se vio inmediatamente en las masas de gente militantes de fanatismos y/o de ritos vacíos y sin proyección alguna en la sociedad.

            A mi me hicieron difícil la vida por oponerme a a tolerar la propuesta de espiritualidad del mercado, Daniel, y mi nombre “María” era pronunciado con menosprecio  para echarme en cara mi indiferencia. Yo me di cuenta que en dichas ofertas se había perdido el dialogo con el Mundo y con Dios. Y aquello era un monólogo, acompañado de una suplantación más que peligrosa y dañina para la humanidad.

            Mis intuiciones era que la fe como fuente para una espiritualidad humana debe ser esencialmente dialogante y dinámica. Y por ningún motivo estática y cómoda. De modo que me parecía un reduccionismo inaceptable concebir y practicar la vida espiritual como algo totalmente “mental”. De modo que el cuerpo se quedaba quieto y se daba expansión a la mente, a las ideas sobre Dios. O sea, haciendo de la mente el único conducto de comunicación con Dios. ¿Cómo revertir esto? O mejor, cómo salir de ese reduccionismo…

            Efectivamente nuestra cuna es el dialogo, que supone comunicación. Y la comunicación si bien es nuestro hábitat es también uno de nuestros mayores desafíos. Encontramos muchas dificultades para llegar a la experiencia de ella.  Nos confundimos en la identificación del verdadero “otro”, y con frecuencia y facilidad lo suplantamos por falsos “otros”, que en vez de venir a llenar nuestros vacios, los aumentan. El verdadero otro es una persona; no es una cosa.

            Es válido preguntarnos si ¿tenemos la capacidad de reconocer a otro igual nosotros? Porque aunque parezca obvio, la evidencia histórica nos dice otra cosa. Y pensamos que es este impasse el lugar natural de la espiritualidad; o sea, el insumo que nos ayude a lograr este objetivo: dialogar verdaderamente con el otro, respetando su otredad, y no objetivando ni cosificándolo.

2.     Dimensión trascendente de la vida espiritual
            Creo que la dimensión trascendente es algo connatural a nosotros –y quizá a todos los seres vivos, pero lo ignoramos-. Por lo tanto, si no desarrollamos ese potencial permanecemos enanos y no llegamos a conocer nuestra verdadera naturaleza. En mi caso, como Gabriel, caí en el error de identificar religión con espiritualidad. Y ante el deterioro de aquellas, también se me volvió odiosa la espiritualidad.
           
Sin embargo, ahora puedo establecer la diferencia. Haciendo de la religión algo externo, y de la espiritualidad algo interno a mí… pero como un fuente, no se queda dentro de mí, sino que sale al exterior entregando vida a su paso como los ríos  que cruzan nuestros valles. Y la verdad, Gabriel, que es maravilloso sentirse viva por dentro, en el alma. Es la sensación de plenitud de existencia humana.
            Y una particularidad de esta ruta, es que contiene una dinámica permanente, haciendo de cada momento una verdadera “novedad”. Así uno puede recobrar la capacidad de maravillarse y de contemplar.