lunes, 19 de diciembre de 2016


Jlfg – pág. 411

                (Las promesas) El que hace no tiene necesidad de prometer mucho…, porque sus hechos hablan más que las palabras. En realidad, estamos llenos de prometedores y escasos de hacedores.  La coherencia y consecuencia son necesitan de portadores para estar presente en el mundo.



                Las guerras no las crean los habitantes del lugar; las inventan poderes que viven de eso...

La guerra es un ejemplo de la racionalidad y de la insensibilidad del ser humano: que puede llegar a ser ángel o demonio… Todo se aprende. Y ¿de qué sirve ser racional si no alcanza a ser es sensible?



                (Seres sociables)  Es cierto que tenemos el potencial para ser seres sociales…, pero hay que aprenderlo para practicarlo. Hay muy pocas escuelas funcionando para este fin. De las más importantes, han profanado su misión. Y las consecuencias si bien no las verán, otros las sufrirán.



                (El individualismo) La unidad hace la fuerza… por eso se pone tanto dinero en sembrar el individualismo, porque de allí nace la competencia…, y al final, termina imponiéndose la ley del más fuerte. O sea, lo que menos se desea es la unidad del género humano. Individualizado: se le puede controlar; unido, es imparable.



                (Los mitos) El error consiste en conformarse con repetir los mitos; olvidando que la utilidad y significancia de los mitos es su actualización y reproducción de lo que proponen en la vida actual. Por ejemplo, la Navidad: ¿sirve para algo recordarla? ¡Cuando lo que se necesita es que sea actual, que hoy se realice en uno. Se trata de renacer y entrar a la dimensión de lo humano.



                (Las leyes) La sociedad vive creándose leyes…, peo no serían necesarias si cada quien aprendiera a  hacer uso de su libertad, responsablemente. Cuando esto se olvida o se tira por la borda…, no hay leyes que lo remedie, porque la pillería se multiplica y se generaliza.



                (El lenguaje) El lenguaje de Dios no es por palabras sino por acciones.  ¿Qué tal si practicáramos ese lenguaje entre nosotros? Desparecerían, en primer lugar, las mentiras, las falsas promesas, la adulación, los malos entendidos… y todas sus consecuencias.

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