domingo, 6 de noviembre de 2016


jlfg-pag. 387

                La violencia es monstruo ciego, una vez que se desata no discrimina. Por eso, nunca será suficiente lo que se haga por construir y mantener la paz…, con la certeza y la esperanza que es posible para nosotros la especie humana.



                Nuestros mejores aliados pueden ser nuestros pensamientos, pero a su vez, pueden ser nuestros peores adversarios. Todo depende de cuan autocríticos seamos con nosotros mismos…, generalmente quienes son excesivamente críticos de los demás son del todo benevolentes consigo mismos.



                De la forma como se trata a los demás se tiene una referencia como la persona se trata a sí misma. El otro es un espejo en el cual no solo podemos vernos sino también apreciarnos o despreciarnos, aceptarnos tal como somos o rechazarnos.



                El tema central no es que vivamos sino para vivimos. Nuestra existencia es un hecho cultural, no biológico. Entonces, tanto cuidado y esmero merece uno y otro proceso para llegar a ser seres humanos plenos.



                La responsabilidad no es tal sin junto al cuidado de nuestra corporalidad no le acompaña  en proporciones iguales el cuidado de nuestro espíritu. El interior pone el sello a al ser físico que presentamos.  Y nuestra relación con los otros nunca es solo corporal sino a su vez desde  ser interior que hayamos construido.



                Todo en exceso es dañino: la privatización como la estatización también. El equilibrio siempre ha sido difícil, pero en él está la salud y el progreso de una sociedad. En su defecto, el caos, la violencia  y la injusticia.



                Quienes insisten en intentar estudiar con música: debieran considera cual es la que les permite alcanzar altos niveles de productividad, creatividad y eficacia; y por supuesto, no solo entretenimiento y autoengaño.



                No es necesario ser ciegos para no ver, basta ser indiferentes. La peor ceguera y sordera es la del que ha perdido la sensibilidad  porque así ha perdido la comunicación: que es el principio y el final del yo.

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