jlfg - pág. 395
Lo que tiene al mundo y a la
tierra en agonía ha sido y es la ambición de seres humanos… ¡Y vaya paradoja! Nadie
osa ni siquiera nombrarla por su nombre. Eufemísticamente se le etiqueta con
otros, como: emprendedor, inteligente, exitoso, triunfador,… y tienen la osadía
de presentarse como ejemplo para niños y jóvenes. Esto tiene más carácter de
locura que de otra cosa.
Aquel que se cree bueno; es porque
no lo es. La bondad no puede existir sin la humildad. Esas creencias solo son
para autoengañarse, inútiles intentos de tranquilizar su conciencia que no dejan
en paz al impostor.
La educación que no forma hombres
y mujeres nuevos es un daño para la sociedad. La sociedad y el mundo no
necesita más de lo mismo sino más de lo nuevo, lo distinto… sino
¿Cómo se espera que el mundo
cambie? Seguiría igual y cada vez peor.
El abandono de la austeridad es un
error inducido por la maquinaria del consumismo. A esos poderes no les sirve
tener clientes inteligentes sino clientes sumisos, que bailen al ritmo que se
les ponga…, y para eso se han inventado temporadas, remates y ofertones… y todo
lo demás.
Si nuestra vida no tiene
silencios, se vuelve estéril. La fecundidad,
la luz y la dirección correcta de la vida provienen del silencio con paz, del
sosiego del alma, del verse cara a cara a si mismo y aceptarse; no como un ser
acabado, definido, sino como un proyecto hacia la perfección por la vía del
amor y no del odio ni del rencor.
Hoy día no se trata de ser
valientes sino de ser honestos. Dejemos la valentía para cuando se necesita…
pero la honestidad es necesaria todo el tiempo. Sin ella, todo se derrumba
porque es poderosa como la polilla que acaba con hermosas casas.
Si nadie escucha, aunque todos oigan, es un
monologo eterno. Así, cerca pueden estar pero existencialmente están a miles de
kilómetros…, no se puede dialogar con quien no escucha; pero el desafío no es
exigirle al otro que cambie, sino cambiar uno mismo.
No vale la pena correr si no se sabe a dónde
se va. Primero hay que definir la meta y luego hacer el camino para alcanzarla.
La desgracia es que hay muchas vidas que por indolencia o por las prisiones
creadas por el sistema, carecen de esta oportunidad que les dignificaría sin
par.
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