viernes, 18 de octubre de 2013

Jlfg*153
La vida es un instante; el instante, una eternidad.
Hacer brotar una sonrisa es como hacer brotar una flor.
El lenguaje del cariño no son las palabras: esos son cantos de sirena.
Para descubrir al otro hay que silenciar el ego.
El amor desarma el miedo: aceptándolo.
Cuando uno nace no es un “aparecido”, y cuando muere, no es un desaparecido.
La inspiración para cantar es un regalo del Cielo que quiere impregnar de cielo la Tierra.
La juventud tiene la fuerza; el adulto, debiera tener la brújula.
Envejecer nos significa desencantarse; al contrario, ser ejemplo de fe y optimismo.
La comunión es la esencia de la vida y la fuente de la energía; el aislamiento es el polo opuesto.
Dar tiempo al otro es compartir el oro que tenemos.
En el encuentro verdadero: ninguno de se anula; y todos se potencian.
Compartir las cosas es más fácil; compartirse a sí mismo es la virtud.
La fuente del sentido de lo que hacemos no lo encontramos en el hacer; sino en el ser.
El resentimiento oculto es peor que la expresión de la emoción.
No vamos a ningún punto; estamos en él.
La avaricia se convierte en la peor idolatría.
Estamos en la vida para multiplicar no para quitar nada a nadie.
La vida se alimenta con vida; no con muerte.
Cuando se quiere empezar; hay que perdonar.
La vida es un don precioso; la justicia, aun mayor.
Las respuestas del amor son verdaderas cuando no se quedan en apariencias.
No es necesario obsesionarse por ser el mejor; y se puede optar por lo extraordinario de lo común y cotidiano.
Lo extraordinario esta en lo que denominamos lo ordinario y cotidiano.

Los pobres no solo son una mayoría sino también la mayor fuerza de la historia.

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