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Antes de
llegar al cielo tenemos que llegar a nosotros mismos.
Más bien
este es el camino. Y “cielo” es el encuentro con la unidad,
Con la
plenitud.
En esto, lo
más perjudicial es el dualismo, que señala que la esencia es la diferencia
En vez de
la unidad.
Es
irrelevante lo que se haya sido o pueda ser; lo relevante es lo que se es
ahora.
Cada
instante, cada acción es eterna… eso es lo maravilloso y valioso.
Una hormiga
es pequeñita, pero se hace sentir porque se mueve…, cuantos hay que viven y
pasan desadvertidos.
La
existencia no la dan las luces ni los aplausos; la da el ser.
Frente
a la oscuridad, la luz se acrecienta e
ilumina más…
Las
adversidades tienen una función: ayudarnos a conquistar la cima.
Los
momentos de mayor unión con los otros: son los momentos de silencio y soledad.
Cuando se
ama lo que se hace: no se siente como
trabajo sino como vocación.
Lo que
verdaderamente alegra el corazón, no es la alegría personal sino la del otro. Y
viceversa, con la tristeza.
Lo
verdaderamente importante no es ser “profesor” sino “maestro”!
No importa
que todo pase… basta con que haya ocurrido!
La plenitud
es un estado; y resiste los embates como las rocas a las olas.
La
fortaleza no tiene nada que ver con el poder sino con el temple del alma.
Hablar por
hablar es de lo más fácil; hablar para escuchar: una gran virtud.
Hace falta
activar los ojos y los oídos del alma…, porque los del cuerpo han sido
inutilizados por el neuromarketing.
En un
sistema donde casi todo se compra y vende…, la gratitud pareciera ser de otro
planeta.
La importancia
que exista tú: es que me encuentre yo.
El camino más
largo es el camino hacia nosotros mismos.
El fracaso también
tiene algo que enseñarnos: lo más importante.
Ser eternos
no es un privilegio, es una responsabilidad.
La imaginación
no está por estar…, sino para encantarnos siempre!
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