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La probidad
para acceder a cargos públicos hace tiempo que se traslado a otro planeta.
La
comunicación con el Universo más que con el pensamiento es con las emociones.
Cuando se
cambia la “visión” cambia todo: incluso la amargura se convierte en dulzura.
El egoísmo
es impaciente; el amor, espera.
El mayor
regalo que podemos dar al otro es comprenderlo.
La fuente
de nuestra fortaleza siempre es el otro.
Lo que nos
aísla no son las paredes sino la incomunicación.
El tesoro
que portamos no nos pertenece: el privilegio es contenerlo y entregarlo.
Convivir
con las contradicciones, sin caer en sus redes es la victoria de quienes aprenden de los errores de los demás.
Cuando los
políticos se olvidan de la política: el pueblo se queda huérfano y con adversarios
en su seno.
El otro se
busca a si mismo pero no se encuentra; te necesita a ti para encontrarse,
conocerse y aceptarse.
La verdad
no se deja poseer por nadie porque es libre y es amor; no admite la exclusión.
El
bienestar individual no existe, porque el estar bien es un derecho de todos.
La senda
para estar bien es buscar el bien del
otro.
Hablar para
no escuchar es como cortar el agua para que se llene la piscina.
El afán de
buscar no nos ha de privar de la alegría de encontrar.
La
egolatría se ahoga en la uniformidad.
La miel
existe por que las abejas no son individualistas.
Queremos
paz; pero no queremos construirla…
entonces solo tendremos que añorarla.
El
pesimismo se multiplica cuando no encuentra sujetos sino objetos.
Las
sorpresas no son para asustarnos sino para despertarnos.
Lo infinito está en la semilla, no hay por qué
buscarlo en el horizonte.
Todo final es un principio.
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