jueves, 24 de octubre de 2013

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La probidad para acceder a cargos públicos hace tiempo que se traslado a otro planeta.
La comunicación con el Universo más que con el pensamiento es con las emociones.
Cuando se cambia la “visión” cambia todo: incluso la amargura se convierte en dulzura.
El egoísmo es impaciente; el amor, espera.
El mayor regalo que podemos dar al otro es comprenderlo.
La fuente de nuestra fortaleza siempre es el otro.
Lo que nos aísla no son las paredes sino la incomunicación.
El tesoro que portamos no nos pertenece: el privilegio es contenerlo y entregarlo.
Convivir con las contradicciones, sin caer en sus redes es la victoria de  quienes aprenden de los errores de los demás.
Cuando los políticos se olvidan de la política: el pueblo se queda huérfano y con adversarios en su seno.
El otro se busca a si mismo pero no se encuentra; te necesita a ti para encontrarse, conocerse y aceptarse.
La verdad no se deja poseer por nadie porque es libre y es amor; no admite la exclusión.
El bienestar individual no existe, porque el estar bien es un derecho de todos.
La senda para estar  bien es buscar el bien del otro.
Hablar para no escuchar es como cortar el agua para que se llene la piscina.
El afán de buscar no nos ha de privar de la alegría de encontrar.
La egolatría se ahoga en la uniformidad.
La miel existe por que las abejas no son individualistas.
Queremos paz; pero no queremos construirla…  entonces solo tendremos que añorarla.
El pesimismo se multiplica cuando no encuentra sujetos sino objetos.
Las sorpresas no son para asustarnos sino para despertarnos.
Lo infinito está en la semilla, no hay por qué buscarlo en el horizonte.

Todo final es un principio.

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