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La marcha
de la humanidad tiene que estar en manos de los humanos; no de los inhumanos.
Nuestra
mayor debilidad es no confiar en la fuerza de nuestros pensamientos.
Como la
verdad nunca estuvo en quienes se consideraban sus detentores; entonces con su
derrumbe, la verdad sigue incólume.
No basta
sonar; hay que trabajar. Pero sin sueños no hay nuevas realidades.
No hay
posibilidad que la vida se vuelva monótona porque su esencia es la novedad.
El
equilibrio emocional marca el inicio y el final de la madurez humana.
Vivir es
convivir; no puede ser otra cosa, porque somos uno y una totalidad.
Somos un
punto en medio de miles de millones hacia atrás y hacia adelante…, pero
felizmente “un punto” formando parte del todo.
Nada es
igual de todo lo que nos rodea; y cada uno de nosotros tampoco.
Todos
queremos algo…, pero no nos olvidemos de lo más importante: ser.
Buscar “convencer”,
generalmente es tiempo perdido; testimoniar es más eficaz.
La belleza
de la noche son las estrellas; la del día: es tu presencia.
Todo lo que cobra existencia es para salir al
encuentro del otro; y nada es para sí mismo.
¿Basta huir
de la corrupción? No. También no hay que serlo.
Conocer y
respetar los procesos de ser y crecer de cada fenómeno o milagro: es la clave
para no exasperare.
Cuando la alegría
es verdadera se comparte y contagia sin necesidad del uso de estrategias.
Para
existir necesitamos estar en el universo del otro y él en el nuestro.
La fuerza
bruta necesita del escándalo para expresarse; el amor, del silencio y la paz.
No es
necesario situar lo maravilloso en el futuro; ¡para ello está el presente!
La
arrogancia es una máscara que se derrite ante el calor de la humildad.
La
prepotencia engaña a su víctima haciéndole
creer que es un semidios.
Al corazón no
le gusta polemizar con la razón; la deja que se estrelle sola.
Es difícil creer:
cuando se exige ver.
La amistad
para ocultarse la verdad; es una falsa amistad.
¡Cuántos
miles de millones se invierten para mentir!
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