lunes, 31 de octubre de 2016


Jlfg-pag. 384

                El peor error que se viene cometiendo es el autoengaño. Revestir los problemas con apariencias resolutivas, y dejar de lado sus reales soluciones. Por ejemplo, con el cambio climático, la contaminación, los transgénicos… Las excusas se multiplican: falta de tiempo, “no me toca a mí”, “¿Qué puedo hacer yo?”. Pero se trata que cada uno hago lo propio y termine la indiferencia que oculta la resignación.



                Es imposible que se tenga vida si a tu alrededor no procuras que haya vida. Es decir, la propia vida su cultiva procurando la vida los demás y de todo el entorno. Esto que parece exagerado, no le es. (Solo lo es para los ojos atrofiados por el egoísmo y el individualismo).



                El mal humor, la falta de paciencia…, no tendrían lugar –o al menos, disminuyeran- si se cultivara un poquito la vida interior, que consiste en dejarse de mirar a sí mismo como el absoluto y el principio y término de todo, y dar lugar a la pluralidad, diversidad e intercomunicación de la cual formamos parte, pertenecemos y nos constituye, y nos hace ser lo que somos.



                 El delegar está de moda hace ratos.  Que se haga cargo el o los otros, porque estoy ocupado, no me corresponde, o no me la puedo... Excusas siempre sobran y se encuentran. ¿Pero al final, alguien se hace cargo seriamente? Pensando, por ejemplo, en la formación y educación de hombres y mujeres nuevos para un mundo nuevo, y no solamente renovado.



                Dejar de hacer lo pequeño es dejar de hacer lo más importante. No tendríamos que olvidar que lo trascendente (importante) comienza por lo “insignificante”. El gran significado empieza por lo cotidiano.  Es decir, salgamos de nuestros cerebros y pongamos los ojos acompañados de bondad en el otro y otros.



                Hoy día hacen tanta faltan personas que crean en lo que son y no solo en lo que hacen, para dar desde lo que se es y no solo desde lo que se sabe. Es decir, hace falta esencia y no tanto formas. Entonces, se vería favorecida la credibilidad y disminuiría tanta desconfianza y menosprecio del otro por solo quedarnos (o solo se queda) en lo que dice.



                 Hay quienes pretenden sacar un clavo sin enderezarlo primero; parece un contrasentido, pero también lo es la de aquellos que quieren ya corregir ya corregirse algo (un vicio, un defecto) pero sin hacer modificaciones o cambios… entonces, es un fracaso preanunciado.

Los primeros políticos son los filósofos; y la existencia de políticos sin filosofía es un caos anunciado. La técnica, estructuración e ingeniería presupone una reflexión previa para salvaguardarse del activismo e improvisación. Con frecuencia nuestras ciudades están en manos de constructoras que carecen de filosofía y bogan en el océano del dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario