sábado, 29 de octubre de 2016


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                El desacuerdo es connatural entre los seres humanos, pero el acuerdo es el fruto del amor que produce el milagro de la comprensión y la aceptación del otro. Solo entonces comienza la vida humana…, mientras tanto carece de consistencia y humanidad.



                Con las esperanzas de la gente no se debiera jugar; y una manera de hacerlo, no es solo a través de las mentiras sino también a través de las medias verdades. Es mejor sincerarse y de aquello que no hay certeza, declararlo así. Al final, todos sabemos que no somos capaces de crear un sistema perfecto…., pero hay que evitar y condenar los excesos.



                El mejor propósito consiste en decidirse a no perder un minuto del tiempo de su vida; esto después de tomar conciencia que el mayor tesoro es el tiempo…, por lo tanto, no hay que derrocharlo por ningún motivo. El tiempo se aprovecha cuando todo lo que se hace es con un sentido de vida, de verdad y de responsabilidad.



                ¿Por qué la especie humana no puede vivir en paz y siempre en alguna parte hay más de una guerra en curso? Entre las diversas respuestas esta la del gran negociado de armas que si no hay guerras,  las crea. Los distintos enfoques religiosos tienen sus puntos de vista…, pero sigue siendo un misterio o quizá el rechazo intencional de no querer ver y aceptar la existencia de una dimensión perversa de la especie.



                La empatía hace maravillas, la antipatía provoca desastres; y pensar que está en uno la elección. Somos libres para elegir. El otro carece de poder para imponer. Sin embargo, con qué frecuencia pareciera que algo falta… y puede ser la libertad.



                Rechazar el dolor es abrirle paso al sufrimiento. La aceptación es la senda de liberación y de paz. Pero para ello, debe aquietarse nuestra rebeldía.

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