El
desacuerdo es connatural entre los seres humanos, pero el acuerdo es el fruto
del amor que produce el milagro de la comprensión y la aceptación del otro.
Solo entonces comienza la vida humana…, mientras tanto carece de consistencia y
humanidad.
Con las
esperanzas de la gente no se debiera jugar; y una manera de hacerlo, no es solo
a través de las mentiras sino también a través de las medias verdades. Es mejor
sincerarse y de aquello que no hay certeza, declararlo así. Al final, todos
sabemos que no somos capaces de crear un sistema perfecto…., pero hay que
evitar y condenar los excesos.
El
mejor propósito consiste en decidirse a no perder un minuto del tiempo de su
vida; esto después de tomar conciencia que el mayor tesoro es el tiempo…, por
lo tanto, no hay que derrocharlo por ningún motivo. El tiempo se aprovecha
cuando todo lo que se hace es con un sentido de vida, de verdad y de
responsabilidad.
¿Por
qué la especie humana no puede vivir en paz y siempre en alguna parte hay más
de una guerra en curso? Entre las diversas respuestas esta la del gran
negociado de armas que si no hay guerras, las crea. Los distintos enfoques religiosos
tienen sus puntos de vista…, pero sigue siendo un misterio o quizá el rechazo
intencional de no querer ver y aceptar la existencia de una dimensión perversa
de la especie.
La empatía
hace maravillas, la antipatía provoca desastres; y pensar que está en uno la elección.
Somos libres para elegir. El otro carece de poder para imponer. Sin embargo,
con qué frecuencia pareciera que algo falta… y puede ser la libertad.
Rechazar
el dolor es abrirle paso al sufrimiento. La aceptación es la senda de liberación
y de paz. Pero para ello, debe aquietarse nuestra rebeldía.
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