sábado, 29 de octubre de 2016


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¿No sería conveniente leer el ocaso de la propuesta partidista (política) como un síntoma de cómo está la sociedad entera? O sea, en  busca de un camino distinto, que necesita actualizarse, rehacerse y proyectarse: esto como un clamor de la población. Es decir, entender que mayor y más importante es el clamor del silencio que la de la palabrería y enredos de los grupos concentrados en los distintos centros de poder cuyo norte es no perder sus atributos.



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La principal riqueza de un País es su gente…, una población culta hace de su País un gran País. O sea, no lo hace ni el dinero acumulado en pocas manos ni las explotaciones contaminantes e irracionales desde el punto de vista sustentable. Se trata, entonces, de educar personas libres y responsables y no simplemente mano de obra.



                Lo más hermoso de este tiempo no es su continuidad sino su renovación. Es decir, pertenecemos a una generación de creadores, de partícipes en la construcción de cimientos para nuevas generaciones y nuevos tiempos. Nos tocó llegar en el ocaso de un paradigma y la aurora de otro nuevo; y todo para el bien de la Tierra y de todas sus especies.



                Es fuerte y arrollador el impulso que induce a la incomunicación personal, temática, real, profunda… Hay quienes erróneamente han comenzado a creer que la comunicación consiste en ensimismarse, aislarse, y alejarse de quienes le rodean… o sea, exactamente lo opuesto a la esencia y naturaleza de la comunicación: revelarte al otro y aceptarlo tal como es para construir con él  caminos nuevos por andar.



                Mientras haya una pareja de seres humanos sobre la tierra…, hay esperanza que su sistema emocional y racional concuerde con las leyes naturales del Planeta; capaces de revertir todo el desastre irracional causado por unas elites mundiales que ni se saben quiénes son ni como son, pero han hecho y siguen causando estragos a toda la Tierra y sus especies.



                Nuestras manos se vuelven maravillosas cuando son movidas desde el equilibrio del corazón y de la mente, solo así pueden trabajar por la vida y la solidaridad, en vez volverse rígidas y arrebatadores del bienestar de los otros y de todo lo otro. Unas manos sin alma se vuelven armas y canales de veneno para nuestro medio ambiente y seres vivos.

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