jueves, 27 de diciembre de 2012


Número 79
En medio de la noche nace la Luz del Mundo; no es preciso habitar en el cielo para ser ángeles.
El nuevo paradigma no partirá del prejuicio sino de la constatación.  Entresacando siempre lo positivo…
Las puertas están abiertas, los caminos por recorrer… hay que atreverse a comenzar y recomenzar, y salir de la repetición y reproducción.
La Luz de Navidad alimenta la contemplación del nuevo universo…
En muchos casos, lo que menos contenido portan son las palabras…; y el que más contenido entrega es el silencio.
Todo tiempo y lugar de nuestra existencia tiene un significado, sentido y misión; y ninguno es estéril o simplemente casual. O sea, no se trata de decir: “no tengo nada que hacer”; sino descubrir el sentido inmenso y único que tiene ese y todo tiempo y lugar.
Comprender que el tiempo y forma que tenemos de vida no es para sí mismo sino para establecer la red de vida con los demás seres. Ese es el objetivo de la existencia: alcanzar  a ser parte de la red de la cual provenimos y vamos eternamente.
La luz alumbra realidades: mil millones de personas viven con un dólar al día… Era hora que llegara el fin de una era.
Cada vez hay más Luz, es decir, más participación, responsabilidad e innovación….
Las dificultades son como las nubes: están en el cielo. No hay cielo sin nubes; pero lo que permanece es el cielo.
La presencia del Amor restaura, une, vivifica, purifica, levanta al desvalido y deprimido…
El “ser” es la máxima expresión de la divinidad…; participar de él es participar de ella.

El ser esta en primavera; este ser, a veces, prisionero en aquellos seres que han permitido la alienación de su mente de parte de los poderes constituidos.
La unidad produce una interinfluencia maravillosa: invisible, imperceptible; pero eficaz y omnipresente.
Decir “no lo sé” debe significar: “voy a investigarlo para saber qué es o cómo se hace”; entonces, uno puede esperar frutos.

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