Número 70
“Hay que ver para creer”…,
pero ¿nos permitimos ver?
Todo se mueve por sincronía, aunque no lo percibamos y a veces
pensemos que no hay relación de una cosa con otra.
Todos los seres son especiales; no nos corresponde otorgárselas sino
reconocérselas.
Todo está entregando y recibiendo…, y nada esta hermético; no
deberíamos ser nosotros la excepción.
Cada uno tiene luz propia por el hecho de ser: es sol, es estrella…
y ningún temor ha de permitir que se oponga a que brille.
Criterio y espíritu crítico: dos herramientas indispensables de
llevar y practicar en medio de jungla en que nos encontramos.
El viento no lo vemos, solo lo percibimos… ¿Por qué resistirnos tato
a percibir?
La debilidad se reviste de prepotencia para no ser desenmascarada.
Para comprender al otro hay que ponerse “en el lugar del otro”.
La ambición no tiene límites; solamente se sepulta en sí misma.
Hacer del “interés” el unió y gran motivador de toda conducta... es
un grave error, porque desconoce la multicausalidad que pose todo ser.
La competitividad como motor del desarrollo es anti natura; un
invento para desplazar la solidaridad.
El sentido común no es un don de los sabios; pero pareciera al ser
tan escaso.
“Ni compararse ni juzgar”: una hermosa meta… aunque difícil de
alcanzar.
Cuando escuchar al otro sea escucharse a sí mismo: habrá menos
discusiones.
Las formas de existencia son infinitas…, la que poseemos por un
breve tiempo, es una entre ellas y no se agota: se transforma.
El mayor desastre de los Estados es haber cambiado de naturaleza al
vaciarse de los ciudadanos y llenarse de las transnacionales.
Lo fundamental es que cada ser responda a su naturaleza: en eso consiste
la perfección y plenitud.
Una claves es que todo es engendrado no creado… porque le precede y
postcede una eternidad.
Las palabras son como envoltorios…, lo importante es el contenido.
En la macroeconomía la inflación de la realidad ha conducido al
desastre: pero nunca aprendemos… Las mentiras tiene vida corta.
Estar aquí, estar allí, estar ahora… no es por casualidad: es por
una misión…
La plenitud es aquí y ahora; no está ausente ni lejana…, solo que
con frecuencia no la vemos ni sentimos.
¿Qué será más importante, pensar o sentir? En todo caso, que sean
excluyentes es la mayor tragedia.
La rebeldía se alimenta del resentimiento…
Al amor no lo doblega la indiferencia.
El hambre de comunicación es hambre de saber quien soy o de
olvidarme de mi mismo.
En su oportunidad, la debilidad se convierte en la mayor fortaleza.
Miles de personas peregrinan a diversos
lugares: pero no es que vayan al encuentro de la Divinidad sino que son
portadores de ella…
La estrechez o estrecheces cumple solamente
una función: despertar nuestras mejores energías que están a veces dormidas.
Apurarse no es lo mas conveniente; ser
constantes es lo mas fructífero.
La “noche” también es necesaria y tiene su
propia singularidad; la vida tiene su propia…
El cauce esta sin agua…, pero la lluvia se encargara que el cauce la contenga.
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