Todo el pasado y todo el futuro esta “aquí”; no como cadenas ni como
amenaza, sino como oportunidad de vida y transformación.
No somos “enviados”; somos “presencia”… todo ser es presencia de la
Divinidad…
La objetividad no nos pertenece; y navegamos a través de nuestra
subjetividad porque es el recurso asignado…, tal vez para que no perdamos la
humildad, y siempre respetemos la subjetividad del otro.
La Luz no tiene término; es infinita. Encontrarla es solamente el
punto de partida…
La Luz esta en todo ser…, aunque no resplandezca en la oportunidad
que nos encontremos con ese o esos seres. Por eso, no habría que darle paso al
“juicio”, sino al Amor y la Esperanza.
Quizás nos equivocamos buscando y construyendo la “identidad” como
ser un ser en sí (remarcando las diferencias y distancias); cuando de lo que se
trata es de encontrar y construir nuestro ser con los otros seres.
Las preocupaciones por el futuro asfixian la riqueza y maravilla del
presente.
Las fronteras de la especulación es el caos, porque los castillos en
el aire no resisten la presencia de la realidad.
Así como en la noche brillan las estrellas; en medio de las
adversidades, la esperanza es una luz que no se apaga.
¿Qué es lo real? ¿Lo que vemos o tenemos, lo que ya vivimos o lo que
nos queda por vivir? Al final…, pareciera que todo es un poco real y un poco
irreal porque cada uno es portador de “su
visión”: ese mundo interior con el que cual papel de regalo envolvemos todo.
visión”: ese mundo interior con el que cual papel de regalo envolvemos todo.
Probablemente no podamos “contra” el mundo; pero sí podemos “a
favor” del mundo. La manera de hacer cualquier ser no es indiferente al resto;
por el contrario, es de influencia vital como las flores a la miel a través de
las abejas.
La mejor enseñanza es la que no se verbaliza: porque no necesita de
palabras para mostrarse evidente.
El ambiente de “guerra fría” que se está creando es como ponerle
leña al fuego… más constante tiene que ser la meditación por la paz.
Sobre la tierra o bajo la tierra… es indiferente, cuando lo
fundamental es la Energía eterna e infinita, de la cual hoy y siempre somos
participes.
Las circunstancias son cambiantes; son las olas del mar: nacen,
crecen y se diluyen.
El cielo está unido con la tierra, la energía con la materia, lo
divino con lo natural: son una unidad, y no hay fuerza o poder que pueda
separarlos (aunque a veces lo hacemos mentalmente por las enseñanzas
recibidas).
La naturaleza nuestra gran espejo de cómo podemos vivir:
¡conviviendo! Y no des-viviendo (nos).
La eternidad y presencia pasa por el cauce de la convivencia.
No hay un día igual a otro: prácticamente cada día estamos naciendo
y muriendo; es decir, vamos transitando.
No estamos solos aunque nos sintamos solos. Muchas veces, es en el
silencio cuando mas compañía tenemos.
En la senda de la Luz no hay soledad; hay una inmensa
intercomunicación entre seres de todos los órdenes visibles e invisibles
intercomunicados y unidos para estar y hacer el bien.
Todas las cosas tienen una estructura física-material y otra
espiritual; la que da sostén a la primera es la segunda… y sin embargo, ésta
además de pasar desapercibida es casi desconocida.
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