El tesoro mas grande: la buena herencia moral y espiritual de nuestros antecesores..., aquellos cuyas palabras no eran vacías y hasta innecesarias ante la contundencia de sus ejemplos; ellos que no se preocuparon de ensenar sino de vivir, de ser felices, prudentes y generosos sin limites. Ellos viven y su legado sostiene la antorcha capaz de iluminar toda noche personal y social de todo tiempo. Esas estrellas también las hay hoy día, solo que no están en la televisión sino en el desierto: transformándolo en vergel.
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