sábado, 17 de febrero de 2018

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No hay peor cosa que el endiosamiento del hombre, ya sea por si mismo o por el fanatismo. Entonces pierde toda mesura y lo que es irreal y perverso se vuelve una mentira impuesta como si fuera verdad. Esto ha ocurrido siempre, y por desgracia en nuestros días también. Pueblos enteros se ven amenazados por esta esquizofrenia sin parangón. El contrapeso se lo hacen no los que callan sino los que claman por justicia y ecuanimidad. 

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