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Muchas cosas se explican por la gran
ausente: la disciplina.
El desconocimiento del otro es fuente de
los más grandes errores: Conocerlo no es juzgarlo sino escucharlo.
La voz (llamado) de débil es la más fuerte;
por eso nos tapamos los oídos o se sube el volumen del ruido para no
escucharla.
La soberbia de la razón ha hecho trizas el
planeta.
El amor por el cielo no puede conllevar el
maltrato a la tierra.
El oxigeno del amor es la comunicación.
¿Quieres reinar? Aprende a servir.
Cuando un pueblo toma conciencia que él es
la patria: entonces cambia el Estado.
Cuando un político comienza a mentir;
entonces comienza a ser antipolítico.
En muchas partes la democracia ha muerto, asfixiada por la “elitecracia”.
El derrumbe de las montanas de dinero ficticio
no solo sepulta a las masas de sobreendeudados sino también a los acreedores.
Los jóvenes son la esperanza del futuro si no los educamos para que sean como nosotros.
Nuestro cuerpo es el reflejo de nuestro
pensamiento.
Por siglos nos han enseñado a esperar en
los otros; pero el hogar de la Esperanza es la conciencia de cada uno.
El correr silencioso del rio es la mejor sinfonía
para nuestros oídos.
Despertamos cuando nos hacemos responsables
de nosotros mismos.
El individualismo es al mayor veneno para
construir al individuo.
El racismo social sigue siendo un virus que
se cuela por los más diversos canales, formas y argucias.
Los triunfos del odio son efímeros; los del
amor, son eternos e infinitos.
Más que hablar o callar, lo importante es
la escucha activa que permite que el otro ocupe un lugar en ti.
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