Necesitamos
cambiar las quimeras por utopías: dando lugar y tiempo en nosotros a esas
realidades para que existan como buenas nuevas en nuestro aquí y ahora.
Vivir para servir
es haber iniciado el camino de la plenitud.
El Estado no es
el que privatiza; sino los privados que hacen público al Estado.
Con demagogia
cualquier mentira se puede presentar como verdad; pero la Ética seguirá siendo
luz en medio de la oscuridad.
Hay instituciones
que se han quedado sin mensajeros: y hablan solo de sí mismas.
La labor diaria
de los Caminantes de Luz está centrada en hacer el bien; aun en medio de la
batahola del circo globalizado.
El otro: nuestro
centro y nuestro espejo…
¿Tú eres lo que
haces? No se necesita “hacer para ser”; es a lo inverso.
El pensamiento es
¡fantástico!; y el cuerpo no lo es menos. Ellos son una misma realidad y no
compiten entre sí… a nosotros nos ensenaron a separarlos y hasta
contraponerlos.
La intuición no
es mirar hacia afuera; es contemplar hacia adentro.
Escuchar a Dios
no es escuchar al predicador; es escucharse a sí mismo.
La plenitud no es
“tenerlo” todo; es “abrirse” a todo: el ser ansia estar interconectado porque
no está fragmentado.
El soberbio solo
ve las debilidades y defectos de los demás; y no repara en los propios.
No basta “sentir
amor”, sino se expresa. Al otro no le alimentan
las “intenciones” sino las acciones.
No pidamos a nada
ni a nadie que sea “estático”, sino “equilibrado”.
Todo tiene su
tiempo…., los poderosos caen de sus tronos, y para los desheredados nace la
Esperanza.
Confiar en el
otro, es prepararse para una decepción;
porque está mal ubicada la confianza.
Pasar de los
deseos a las declaraciones es un salto cualitativo importantísimo…
“La certidumbre”
es buena compañía; “La certidumbre” es buena compañía; no así la
“incertidumbre” que suele provocar confusión y exaspero.
El camino
del bien se construye donde uno esta; allí
es donde moran los seres esperando que los miremos, detengamos y convivamos.
La violencia de
género no baja de sus altos niveles… porque se busca lograrlo a través de leyes
y no a través del testimonio.
La sincronicidad
siempre está esperando en nuestra puerta, esperando que la abramos para ser
partes de ella.
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