El dialogo en la familia es lo que la constituye como tal…
Cualquier otra vía crea apariencias e ilusiones.
El dialogo convoca, congrega, da consistencia a cada uno de sus miembros.
No hay que desfallecer en este desafío, en estos tiempos de incomunicación.
La comunicación nos vuelve humanos y humanitarios, sensibles y solidarios.
Es cauce para nuestras emociones, que no deben ser ignoradas ni ahogadas porque perjudican nuestra salud.
El dialogo nos enriquece a todos; y su ausencia nos empobrece a todos.
Es falsa la aparente fortaleza para no dialogar, y nos vuelve esclavos de nuestro propio orgullo.
La familia es para formar personas humildes y comunicativas.
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