Jlfg-pag. 415
Cada
instante tiene un sinfín de procesos en desarrollo…, solo tenemos que
percibirlos y valorarlos; eso es vivir despiertos y atentos a la maravillosa
novedad que nos envuelve y que habita en cada uno de nosotros.
La gran
riqueza de la vida está en la comunicación: a través de ella no solo nos
mostramos al otro sino que el otro puede revelarse a nosotros; y esa es la
mayor riqueza para un ser humano.
Nadie está
solo en el camino; no hay camino para uno solo. Todo está dispuesto para para vivir
en comunidad, como hermanos; en el amor, amándonos.
La comunicación
es fruto del amor… el lamento de tanta falta de comunicación debería llevarnos
a reconocer nuestra falta de amor. El amor no espera, sale al encuentro…
La resurrección
no se alcanza solos; y todo el tiempo la necesitamos…, así es de importante la
presencia del otro dentro de nuestro espíritu.
¿Queremos
ser felices? Pues el punto de partida es no ser egoístas; esto es no ser
mentirosos, fanfarrones, desleales; ni manipuladores ni atorrantes.
Cada día
tiene su atardecer…, pero ese no es final; solamente el receso para un nuevo
amanecer. Nuestro error está en desesperarnos.
La novedad
de cada día no hay que buscarla fuera de nosotros mismos; está adentro esperándonos
para abrazarnos con su dulzura y esperanza.
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