sábado, 23 de junio de 2012


Numero 19.
Cuando lloramos, hacemos algo plenamente humano que también nos une con todos: los que ríen y los que lloran.
La auto referencia de los seres humanos nos ha hecho mucho daño, porque ha visto al resto de los seres como inferiores y sin dignidad alguna.
Paciencia y sabiduría son dos buenas alas para volar alto.
La acción de la Energía no es tanto abrirnos puertas, cuanto darnos la motivación, fuerza y creatividad para abrirlas.
Saludos, Ariadna y a cada uno… Gracias por el alimento que nos comparten.
Cada vez que cambiamos el ángulo para ver: nos encontramos con un universo nuevo.
Pensar y no actuar es como la nube que está en el cielo pero no llueve.
El otro no espera enseñanzas; espera ejemplos.
Lo que más importa no es el camino, sino el caminante.
Si lo que se ve es lo que se quiere ver: vale la pena ver desde el corazón.
Si la excelencia no es el punto de término, sino el principio; el despertar, igual.
Si bien tenemos que recorrer un largo camino; lo importante es haber hecho el recorrido de hoy.
La meditación contribuye no solo a la salud del alma, sino también del cuerpo.
Las penas se las lleva el viento…, pero solamente cuando las soltamos.
El camino del amor siempre es el más corto; y el único que tolera el perdón  y da paso a la vida.
La paciencia además de saber esperar, es sensible al momento cuando el otro está dispuesto a ser a ser ayudado para recomenzar el camino.
El baño de energía de cada día además de renovador es innovador.
Estamos en un Universo que no necesitamos inventar, sino descubrir.
Si bien el crecimiento es silencios, sus frutos son evidentes.
Duele la violación del Estado de Derecho en Paraguay.
Muy honda puede ser la debilidad…, pero la fuerza del amor no pone reparos.
La vida es un continuar cada día…, no importando las dificultades.
La desgracia del tropiezo es quedarse postrado.
La mayor gracia de la luz es que muestra lo que hay; luego no hay excusas.
Entender la vida no es el objetivo; vivirla admirándola, sí.
Podremos tener muchos motivos para esperar; pero más para actuar.
Cada  instante es extraordinario; no nos podemos acostumbrar. 

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