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El camino de cada día es sorprendente en su
singularidad y perfección.
Solo una cosa basta: el bien del otro; para tener la garantía de no haber
vivido en vano.
El amor es como el agua para el cuerpo para
lavar el espíritu cuando se enreda en el egoísmo.
Lo que las religiones no han logrado; la
naturaleza lo hace: cambiar el corazón de la humanidad.
25 millones de
muertos y 60 millones portadores… es
para ignorarlo: el vih.
La vida es un
camino; no es un estado.
La tarea más
apremiante en nuestro tiempo es la deconstrucción para que surja el ser y mundo
nuevo.
El espíritu no
atesora edad solamente sabiduría y energía sin límites.
“Para que
estamos aquí” en este mundo, en esta vida: es la pregunta más importante de
responder.
La tierra nos
recuerda que no busquemos el cielo fuera del amor y la generosidad con todos
los seres que viven para que nosotros vivamos.
No existe el
desprecio por el otro que no conlleve el desprecio de sí mismo.
El anhelo de ser
es el único freno ante al desorden por el hacer.
Como no han hay
nada permanente; el dolor también tiene su término.
El alma es como
la luz: su lugar es estar en medio de la oscuridad.
La comunión con
los otros no se agota en las palabras.
La humanidad ha
vivido bajo el yugo del miedo; pero ese yugo se ha derretido.
Quien supondría que
los que se creen ser los más fuertes: esconden las mayores debilidades.
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