No hay ningún tiempo ni espacio inútil; o sea, no hay tiempo ni espacio que desperdiciar. Lo más valioso de que disponemos es ambas realidades. Aprovechemos el tiempo y el espacio al máximo; y siempre con formas de vida y de promoción de la vida propia y de los otros.
En la familia aprendemos que cada momento es único e importante. Depende de nosotros que lo valoricemos y lo revistamos de la importancia que tiene. Si nosotros estamos llenos de vida, motivados, con metas y objetivos claros, entonces también seremos ejemplos de comunión e iniciativas. Jamás demos espacio al aburrimiento, al ocio, al desánimo.
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